jueves, 16 de marzo de 2023

(ProyectoPMP) Sexto capítulo, de fantasmas y encantamientos sagrados

Azeban puso tiesas las orejitas cuando vio la silueta en la luz crepuscular. Señaló con excitación desde el cuello del caballo mirando a Denise. Mian Hua y Bankiva dormían, el primero espatarrado en el carro, el segundo posado sobre su gran barriga.

Bien. En menos de una hora estaremos a la puertas de Astaramis. Siempre es mejor cazar fantasmas de día. Están más adormilados.

Un rayo de sol se coló entre dos montañas y dio de lleno en la cara a Bankiva. Abrió los ojillos, se desperezó y cantó. Su llamada al nuevo día les fue devuelta en forma de eco en el camino tranquilo y silencioso. Mian Hua se despertó de un respingo y se quitó al gallo de encima, molesto.

No hace falta chillar —se quejó después de bostezar.

Perdón. Me cuesta contenerlo —se disculpó Bankiva, pero volvió a cantar varias veces antes de que llegaran a su destino.


Situado sobre una colina, con las montañas a su espalda, el castillo de Astaramis fue en el pasado un importante enclave estratégico para una nación ya desaparecida. El carro pasó al lado de un pequeño muro solitario, lo que quedaba de su muralla defensiva, donde había un cartel que advertía que se estaban adentrando en propiedad privada. A Mian Hua le pareció raro que no mencionaran los fantasmas.

Llegaron a tiempo de toparse con un buen revuelo en la entrada principal. Había dos carros, cada uno el doble de grande que el suyo, que recibían a un grupo de hombres y mujeres que salían corriendo del interior de la fortaleza, muchos de ellos heridos y transportados por sus compañeros. Denise bufó con desprecio.

¿Competencia? —sugirió Mian Hua.

Nada que deba preocuparnos.

El ambiente estaba tenso en el numeroso grupo, con insultos y gritos de por medio. El humor general empeoró cuando vieron llegar el carro.

Ah no, ¡ni hablar! —gritó una mujer ilesa pero con la túnica hecha un desastre—¡No hemos pasado por ese infierno para que unos advenedizos se aprovechen!

Estoy teniendo uno de esos... ya sabéis, "esto ya lo he vivido" —comentó Bankiva.

¿Aprovecharnos de qué? —preguntó Denise— Son fantasmas. Ya se habrán recuperado de su pequeña excursión, especialmente si les atacaron de noche, panda de perejiles.

En la retaguardia del grupo se oyó a alguien decir "¡ya lo dije yo que atacar de noche era una tontería!", pero a los otros no les hizo gracia el tono de la gata.

¿Y quienes sois vosotros, de todos modos? Te lo tienes muy creído por ser una gatita esquelética.

Si tanto les interesa, me llamo Denise. En el ramo me llaman la Bruja Tatuada.

Su declaración fue recibida por un breve silencio seguido de una risotada general.

¡Ya, claro, y yo soy la legendaria Hechicera Esmeralda!

Nos ha visto cara de pánfilos, la gatita.

De nuevo, en la retaguardia, los animales oyeron una voz que decía "pues yo había oído que no era humana, quién sabe". A Denise se le erizó el pelaje de la espalda.

Oh, esto va a ser bueno —le susurró uno de los caballos a su compañero, y los dos se rieron flojito.

¿Los quitamos de en medio? —sugirió Bankiva.

No —respondió Denise—. Ya lo haré yo.

Irguió la cola. Una luz recorrió la piel bajo el manto negro dibujando un intrincado diseño desde la punta hasta la raíz.

Oh, una fórmula mágica —observó Mian Hua, interesado—. Permite convocar hechizos con más rapidez.

Bien visto, don Mian Hua —respondió Denise, sus ojos fijos en los aventureros, que habían dejado de reír—. ¿Sabe vos también lo que es un familiar espectral? ¿No? Es un fantasma puesto al servicio de un hechicero. Este es el Primer Gran Rey de los Troles, Lired el Temerario.

Una figura vaporosa, gris y muy grande apareció frente a la gata. A pesar de ser un fantasma, su materialización hizo temblar el suelo cuando se posó en él. Denise esperó tres segundos en dar la orden, solo para que los aventureros tuvieran tiempo de procesar lo mucho que la habían cagado.

Sacá esta basura de mi vista.

La ira de la gata cayó sobre los aventureros en forma de una enorme maza de piedra blandida por alrededor de una tonelada de puro músculo. Cada vez que golpeaba el suelo la vibración hacia dar un saltito a Bankiva.

Para ser un fantasma arrea unas castañas bien hermosas.

Es un mito común el pensar que los fantasmas no pueden causar daño físico. La naturaleza... —Denise se interrumpió debido a que el estruendo de un carro siendo volcado ahogó su voz— la naturaleza de su fuerza obedece leyes distintas a las del reino de los vivos, pero el resultado es el mismo.

¿Como puedo contratar a un fantasma? —preguntó Mian Hua, muy interesado. Repararon en que Azeban había entrado en furia y se había unido al Rey Trol Lired para moler a palos a los que intentaban dispersarse y huir.

Hay que saber redactar el contrato vinculante, pero eso es lo fácil. Lo habitual es que se requiera zanjar los asuntos pendientes del espectro. Dependiendo de lo listo que sea puedes engatusarlo para que se quede a tu servicio durante más o menos tiempo. De acuerdo, Lired, suficiente.

La cola de Denise dejó de brillar y el Rey Trol se difuminó en la clara luz del alba. Bankiva voló a inspeccionar a los aventureros inconscientes y los restos de sus carros.

¿No quieres ver si tienen algo útil? —preguntó Mian Hua a Denise, quien ya se dirigía al portón de la entrada.

Ya llevamos con nosotros todo lo que pudiéramos necesitar. Además, no creo que estos aficionados tengan nada que me interese.

No era esta la opinión de Bankiva y Azeban, que saquearon los restos de los carros así como a los aventureros. Algunos aún seguían conscientes, pero no se atrevieron a protestar cuando les rebuscaron los bolsillos.

Tras el portón había un vestíbulo pobremente iluminado, vacío de mobiliario a excepción de un mostrador de madera cubierto por una lona mal colocada que dejaba ver una palabra grabada: "Bienvenidos"

Huele raro —comentó Mian Hua.

Argamasa. La construcción es reciente y no han tenido ocasión de usarlo.

Bankiva y Azeban los alcanzaron arrastrando consigo un saquito lleno de objetos de valor.

Entonces... ¿los fantasmas se enfadaron cuando la nueva propietaria del terreno decidió construir un hotel? —preguntó Mian Hua.

No. La fortaleza de Astaramis original fue destruida hace mucho tiempo y con ella el plano terrenal donde los fantasmas podían manifestarse. La reconstrucción los ha despertado de su letargo.

Supongo que esperaban que se hubieran largado después de tanto tiempo.

Los fantasmas no se aburren y no perdonan. Y el que nos ocupa es especialmente vengativo.

Pensaba que habíamos venido a por más de uno —terció Bankiva.

Más allá del vestíbulo de entrada tuvieron su primer contacto con un fantasma. Había un hombre con armadura ligera y una lanza apoyada sobre el hombro sentado contra una pared, durmiendo. Su trasero se mantenía elevado como si tuviera una silla invisible.

Este soldado —explicó Denise— muy probablemente fue asesinado mientras dormía. ¿Veis alguna motivación en él para detenernos? No. Falleció en la masacre que condenó a todo este castillo y su espectro quedó anclado por el rencor de otra persona, la que tenía todo el poder e influencia en vida y que en muerte arrastró consigo a los que murieron con ella, aliados y enemigos. La duquesa Láramy de Astaramis, amante del Conocimiento Prohibido.

Un aire frío salió del umbral que iban a cruzar.

Prestá atención, oso. Voy a hacerlo despacio para que leas mi maná. Viento y fuego comunes no servirán de nada aquí. Necesitás magia sagrada.

Levantó una de sus zarpas en dirección al fantasma durmiente, quien ignoraba el rudo despertar que le esperaba. Para Azeban y Bankiva se quedó quieta sin hacer nada durante largo rato, pero Mian Hua podía sentir como tejía su hechizo.

En este caso, puede ayudar pronunciar unas palabras para reforzar el encantamiento. Observá. —las pequeñas almohadillas le brillaron—¡Váyase al carajo!

Una gran marca de luz en forma de almohadilla empujó al fantasma y lo mandó... lejos. Quizá al otro mundo. Quizá al carajo.

No creo que eso sea un encantamiento de verdad —comentó el escéptico Bankiva al oído de Azeban. Luego preguntó en voz alta— Entonces, ¿has expulsado a ese fantasma? ¿Ya no volverá?

Volverá —afirmó Denise—. Esto es solo una forma de sacarnos el problema de delante de forma temporal. Para exorcizar a ese guardia y al resto de ellos hay que encontrar lo que sea que ancla a la duquesa a este lugar y destruirlo. Solo así se irá y sus subordinados tras ella.

¿Qué buscamos, exactamente? —preguntó Mian Hua, quien ya estaba preparando su propia versión del hechizo sagrado.

Algo que sigue aquí desde la destrucción del castillo original. Por lo que me contaron, solo quedaban los cimientos, así que probablemente haya alguna cámara subterránea. Lo que pueda haber dentro es un misterio.

Pasaron al siguiente pasillo, donde ya acudía un pequeño pelotón de soldados fantasma atraídos por el ruido.

¡Nos atacan! ¡El Imperio ha penetrado las defensas! ¡Proteged a la señora!

Les dejo esto a ustedes —Denise se sentó y se lamió la pata.

A ver este juguete nuevo —Bankiva saltó en el aire, convocó su arco y una flecha y disparó con sus patas. Denise había tratado las puntas con un aceite aromático sagrado para que pudieran afectar a los fantasmas. La forma física del proyectil los atravesó como si nada, pero dejó atrás un potente destello que hizo desaparecer los puntos del cuerpo donde había impactado. Un fantasma fue exorcizado de inmediato. Otro perdieron un brazo y una cabeza. Sus quejidos y gestos eran lentos y extraños, como si les costara expresar dolor, o lo hicieran recordando lo que habrían hecho en vida.

¡Al carajo! —fue el grito de guerra de Azeban, cuya hacha estaba tratada con el mismo aceite. Usó Arremetida para recortar la distancia, destruyó la primera lanza espectral que buscaba pincharlo y luego se cargó a su primer fantasma.

¡No creo que haga falta que lo grites tú también! —dijo Bankiva arrojando su segunda flecha. Mian Hua no tuvo ni que usar su hechizo.

Ha dicho "imperio"—comentó— ¿Nos toman por otros?

Por sus enemigos originales. Los fantasmas no perciben bien nuestro mundo, igual que nosotros no percibimos bien el suyo. Pero no se envalentonen demasiado —añadió cuando el último soldado fue derrotado por un orgulloso mapache—. Estos solo son la morralla. Cuanto más nos acerquemos al ancla, más fuertes se harán. Más mezclados estarán nuestros mundos.

Bankiva revoloteó por donde habían estado los soldados, muy molesto porque no habían dejado atrás nada que pudieran saquear.

Siguieron explorando la planta baja del castillo. Denise los guiaba y les indicaba de vez en cuando que comprobaran aquella esquina o aquella losa, pero no les explicó como se estaba orientando. Se toparon con más fantasmas, pero la mayoría ni siquiera eran hostiles y huían de ellos. Otros eran tan torpes y previsibles como los primeros. 

Llegaron a una cocina que nunca había sido estrenada, con un horno de piedra completamente limpio y cacharros que no habían sido desembalados. Bankiva cruzó una puertecita que daba a una alacena vacía.

Nada por aquí —informó al salir. Nadie le respondió. Echó un vistazo rápido alrededor. Estaba solo. Y eso no era lo más preocupante.

La cocina no estaba ahí. En su lugar, estaba en la esquina de un patio interior. Cuando miró atrás, la alacena tampoco estaba, en su lugar un muro de piedra que picó, molesto. Parecía muy duro.

Oh, sí. Había mencionado que esto podía pasar —se dijo Bankiva, que había esperado algún tipo de aviso previo. Acababa de cruzar al "otro lado" sin darse cuenta.


¿Dónde está Ban? —preguntó Mian Hua. Azeban lo estaba buscando frenéticamente. En términos físicos, estaban lo bastante cerca como para tocarse, y al mismo tiempo los separaba una distancia tan vasta como el río de la muerte.

Esto es inusual. No deberíamos poder cruzar tan pronto —comentó Denise, algo preocupada—. La influencia de la duquesa se habrá fortalecido desde la última vez que...

Un fantasma apareció por la puerta más alejada de la cocina.

¡Atento, Azeban, hay otro! —avisó Mian Hua. No recibió respuesta— ¿Aze?

El mapache había desaparecido también. Solo estaban oso y gata. Denise miraba al fantasma muy fijamente, el pelaje erizado y la espalda arqueada. Era un soldado, un coracero a juzgar por su gruesa armadura. Aunque era difícil de decir debido a los colores desvaídos que caracterizaban a los espectros, Mian Hua estaba bastante seguro de que eran distintos a los de los soldados de antes.

¡Al carajo! —recitó Mian Hua sin agresividad alguna. Su ejecución fue algo más burda que la de Denise, pero fue un primer intento soberbio. Una poderosa almohadilla de luz empujó al fantasma y lo hizo retroceder e hincar la rodilla... pero no desapareció. Mientras se incorporaba se oyó un poderoso resoplido tras la visera de su casco, un ruido parecido al viento aullante en las cavernas del Inframundo.

Otra vez tú, gata.

Su voz era más clara que la de los otros.

Te reconoce.

Y yo lo reconozco a él.

El caballero llevaba escudo y alabarda. La forma en que dio el primer paso hacia ellos le pareció a Mian Hua lo suficientemente familiar como para arrojarse a un lado sin pensarlo. El fantasma usó Arremetida. Su objetivo fue Denise, quien esquivó el placaje con agilidad. El lanzazo que siguió fue bloqueado cuando el Gran Rey Troll Lired fue invocado e interpuso su pesada maza.

¡Oso!

¡Preparado! —dijo Mian Hua, listo para seguir las instrucciones de Denise.

¡A correr!

A co... ¿en serio?

Denise huyó y con ella Mian Hua mientras dejaban a Lired atrás para lidiar con el caballero, que apenas llegaba a un tercio del tamaño de su contrincante.

Algo ha cambiado. No deberíamos habernos cruzado con él tan pronto —explicó la gata.

¿Es muy fuerte?

El brillo de la cola de la gata murió.

Acaba de derrotar a Lired.

Ya veo —respondió el panda con voz aguda.

Una vez estuve cerca, pero ese es el escollo que nunca he logrado superar. El capitán imperial, Togel el Arcano. Si queremos encontrar el ancla, tendremos que derrotarlo primero.

¿Y huir de él forma parte del plan?

¡Cerrá el buzón!


(ProyectoPMP) Capítulo 13, de como el pollo juega con arcos mientras el panda se desloma

  Bankiva inspiró. Saltó, llamó su arco en el aire. Expiró. Disparó dos flechas al mismo tiempo, en direcciones distintas. Alcanzaron la esp...